NO HAY PEOR VIOLENCIA CULTURAL QUE EL EMBRUTECIMIENTO QUE SE PRODUCE CUANDO NO SE LEE (del blog Leer porque sí)

sábado, 18 de septiembre de 2010

Don Vladimir y las hortensias


Es indudable que, si estás en un taller en donde el cuento es protagonista, no tenés más remedio que ir a visitar a los formalistas rusos, y a don Vladimir Propp. Que se leyó todos los cuentos tradicionales rusos para descubrir que, más que personajes, había estereotipos, cuya importancia no radicaba en lo qué eran sino en lo qué hacían.

Y don Propp encontró que, en esa estructura, 31 (treinta y una!!!) funciones respondían al esquema clásico de los cuentos clásicos. Y si lo apurabas un poco, también te rastreaba ese cúmulo de funciones en la literatura más contemporánea.

Que son demasiadas 31, es cierto...Que muchas se repiten, también. Pero no deja de admirarte el hecho de que cada cuento de hadas se organice siguiendo la secuencia. No están las 31, la mayoría de las veces, pero la secuencia sí, una detrás de otra, pif, pif, pif.

Así que la tarea para este fin de semana es:

Elegir por lo menos diez de estas funciones vladimirescas y ponerte vos, a escribir un pequeño cuento...

(en color y entre paréntesis, se detalla cada función, porque este es un ejercicio de taller literario, y el interrumpir con estas aclaraciones no le hace mal a esto, que indudablemente no es una obra de arte. )


EL JARDÍN DE LAS HORTENSIAS


Todas las tardes salía de su casa para ir al jardín de las hortensias. (alejamiento). Y allí esperaba...
Ella sabía que en algún momento...Pero ese peregrinaje era cansador. ¡Vaya si lo era! (prueba). Hasta que aquella tarde su paciencia se vio premiada. . Allí estaba, recortándose contra el fondo monótono de sus otras hermanas. La hortensia marfil meciéndose en el aire tibio, palpitando...
Con el corazón acelerado se acercó, al tiempo que sacaba del bolso la tijerita plegable. La tijerita china, pensó...Y cortó la hortensia color marfil, por la que había esperado tanto (recepción del objeto).
En su ensimismamiento no vio que Magretta, la vieja dueña del jardín, se le acercaba corriendo y sacudiendo un rastrillo. (persecución). Aferrada a su flor-talismán se escapó entre los senderos que, sin duda Magretta conocía a la perfección, porque la encerró en un recodo y la atacó con el rastrillo (combate). Afortunadamente sólo consiguió desgarrarle un trozo del abrigo (marca).
El terror la paralizó, pero su mano seguía firme, sosteniendo la hortensia marfil. De atrás de Magretta surgió como de la nada un perro enorme, un weimaraner gris que le pasó por encima a la vieja, dejándola sentada en la tierra húmeda del sendero. El mismo perro que, frenando su carrera, se detuvo a lamer la mano temblorosa que se cerraba sobre la hortensia (victoria).
Todavía con el miedo subiendo por su espalda, caminó las pocas cuadras hasta su casa. Su casa sin árboles, ni jardines, ni macetas siquiera. Entró en ella cuidando de no ser vista (regreso de incógnito) para poner en el florero de la habitación de su mamá enferma la hortensia marfil (tarea cumplida) . La hortensia que resplandecía junto a la débil sonrisa...(reconocimiento).

No hay comentarios:

Publicar un comentario